“Como un
maldito nervio
que azota sus alas
con látigo de desazón
y sueños rotos,
que azota sus alas
con látigo de desazón
y sueños rotos,
aviva y
duele
el tifón huracanado
de la ira y el despecho.
el tifón huracanado
de la ira y el despecho.
Es una
trampa su atmósfera
que en giros, vueltas y caídas
marean el ánimo y las fuerzas.
que en giros, vueltas y caídas
marean el ánimo y las fuerzas.
Me desplomé
del cielo
con el martillazo en seco
del dios de mis tormentas.
con el martillazo en seco
del dios de mis tormentas.
No
despierto.
Jamás he
consentido
que nadie me despierte.
que nadie me despierte.
Sólo me
sumerjo
y cambio de medio,
pero sigo con los ojos
muy cerrados.
y cambio de medio,
pero sigo con los ojos
muy cerrados.
Y sepultada
en el mar
ya no saldré a la superficie.
Quieta,
debajo de las olas,
en las arenas silentes
que reposan el océano
en su fondo dormido,
ya no saldré a la superficie.
Quieta,
debajo de las olas,
en las arenas silentes
que reposan el océano
en su fondo dormido,
donde los
cofres
no pueden abrirse
y se reserva el vino
para mejor ocasión,
no pueden abrirse
y se reserva el vino
para mejor ocasión,
donde suave llega
el sol
a través de los cristales,
de muy lejos,
y la lluvia es el amor
de una canción de cuna,
a través de los cristales,
de muy lejos,
y la lluvia es el amor
de una canción de cuna,
donde el
viento
no puede desatarse
y yace la corriente,
donde el fuego no arderá
y la palabra se escucha
dulcísima en el eco.
no puede desatarse
y yace la corriente,
donde el fuego no arderá
y la palabra se escucha
dulcísima en el eco.
Vuelvo al
lugar donde empiezo,
al amniótico fluir de la calma,
al útero de paz,
al amniótico fluir de la calma,
al útero de paz,
con el
cordón umbilical
de tu contacto.
de tu contacto.
Ahora sé que
todo existió
sólo para no perdernos,
sólo para no perdernos,
que
nuestros peces son
el alimento de estas almas,
y que si
estamos aquíel alimento de estas almas,
ya es
suficiente."
Pilar de
César
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